Andaba por la calle eran las seis llovía, caminaba bajo un aguacero prisionera de la nostalgia que en tardes de lluvia acompaña al caminante, que pone sus pensamientos libres y ve como el cielo llora. Al pasar por la calle del teatro escuché una melodía cercana, un hombre cerrado de ojos embelesado tocando
El violonchelo, sentí paz como si esa música fuera el atrezo de mis pensamiento
Un momento de lujo para un día triste y gris, la calle estaba desierta pero no me sentía sola te tenía a mi lado, cobijada en tu brazo agarrada a ti.
A la luz de una farola miraba tu cara, que nobleza tienes en los ojos, expresión en tu mirada, y ese gesto tan insinuante…
El suelo resbalaba como tus besos en mis mañanas y tus palabras aladas, que se quedan colgando del viento.
Seguí caminando hasta encontrar cobijo en un soportal, cuando escampó fui al puerto quería ver como la mar recibía a la luna. Cuando por fin llegue al destino dejé caer al pelo amarrado en una cinta y me sequé junto a la chimenea, tu entraste mas tarde pude observar como te dirigías a mi.
Urbana 7.
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La nostalgia me trajo hasta aquí y me encantó leerte de nuevo. Sigo pensando que tu poesía se merece ser leida por más gente.
ResponderEliminarAgradezco las palabras de su comentario, noto que le gusta la mar.
ResponderEliminarTodos tenemos alma de marinero libre pero no todas las olas del mar
llean a la orilla.Recuperar la red y el rumbo una meta para todos.
Apenas habia luz sobre un mar negro i preñado
ResponderEliminaruna barca balanceaba con un marinero que recojia una red demasiado vacia
mi barca navega lenta tac tac tac tac
guio el timon a ninguna parte
el mar enrojece i pario una bola roja bañada de sangre
miro los hilos ienertes