domingo, 11 de septiembre de 2011

El mar de las tres culturas y el sueño de oro. TOLEDO.

El ruido del Tajo al pasar por TOLEDO y el tintineo rutilante desde la ermita de una campana que no descansa.
Un valle que guarda en silencio el paso del tiempo, acoge al caminante y concede viajes a vista de pájaro.
Toledo no tiene mar para soñar, es un sueño que codiciar…
En sus calles angostas donde anochece en las murallas árabes y despiertas a los pies de una antigua mezquita olvidada.
Té con mazapanes en el barrio de la judería, filigranas de oro realzan los damasquinados del afamado arte toledano.
Caminos por calzadas romanas perfilando las ocultas calles que llevan a la plaza de Zocodover. Donde aún se escuchan el regateo de los bereberes, y se percibe el almizcle de las especias y perfumes.
La huerta y los hortelanos de Toledo que por San Miguel repican las campanas y es el corpus su fiesta grande que la viste de la cabeza a los pies…toldos, incienso y tomillo son la mantilla de un día tan festivo.
Ciudad donde Bécquer evocó al amor en las rimas y leyendas en poemas inacabados como la hermosura de esta ciudad. Que embelesa al visitante e imprime carácter al que vive en ella.
Urbana 7.
“Es Toletum un suspiro que llevo dentro”
Mundy si te pierdes y tienes ganas de dulce te espero en un café con obrador de mazapán, luego compraremos algo de fruta donde los melones son de pura mata y el vendedor es de los pocos que quedan que es hortelano.
Toda fruta madura cae por su propio peso y hay oficios que no deben perderse, entre ellos también el del dasmasquinador.
Inscrita en el Registro de la Propiedad Intelectual

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